Colección Voces que dejan Huellas |
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Luis Cernuda La realidad y el deseo voz del Autor Editado por la UNAM Voz Viva de México, VV-41 1975 |
Tus ojos son los ojos de un hombre enamorado; tus labios son los labios de un hombre que no cree en el amor. Entonces, dime el remedio, amigo si están en desacuerdo realidad y deseo. |
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"Escribir en España no es llorar, es morir" |
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Luis Cernuda Antología personal |
voz del Autor Editado por Visor Libros |
Serie "El poeta en su voz" -343- 1996 Colección De Viva Voz - 34 2011 Oír el disco completo |
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textos de sus poemas |
En homenaje a Luis Cernuda,
por Federico García Lorca |
en honor del gran poeta del misterio, delicadísimo poeta Luis Cernuda, para quien hay que hacer otra vez, desde el siglo XVII, la palabra divino, y a quien hay que entregar otra vez agua, juncos y penumbra para su increíble cisne renovado |
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Luis Cernuda, por Octavio Paz |
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Ni cisne andaluz ni pájaro de lujo Pájaro por las alas hombre por la tristeza Una mitad de luz Otra de sombra No separadas: confundidas una sola substancia vibración que se despliega en transparencia Piedra de luna más agua que piedra Río taciturno más palabra que río Árbol por solitario hombre por la palabra Verdad y error una sola verdad una sola palabra mortal Ciudades humo petrificado patrias ajenas siempre sombras de hombres En un cuarto perdido inmaculada la camisa única correcto y desesperado escribe el poeta las palabras prohibidas signos entrelazados en una página vasta de pronto como lecho de mar abrazo de los cuatro elementos constelación del deseo y de la muerte fija en el cielo cambiante del lenguaje como el dibujo obscenamente puro ardiendo en la pared decrépita Días como nubes perdidas islas sepultas en un pecho placer ola jaguar y calavera Dos ojos fijos en dos ojos ídolos siempre los mismos ojos Soledad única madre de los hombres ¿sólo es real el deseo? Uñas que desgarran una sombra labios que beben muerte en un cuerpo ese cadáver descubierto al alba en nuestro lecho ¿es real? Deseada la realidad se desea se inventa un cuerpo de centella se desdobla y se mira sus mil ojos la pulen como mil manos fanáticas Quiere salir de sí arder en un cuarto en el fondo de un cráter y ser bajo dos ojos fijos ceniza piedra congelada Con letra clara el poeta escribe sus verdades obscuras Sus palabras no son un monumento público ni la Guía del camino recto Nacieron del silencio se abren tallos de silencio las contemplamos en silencio Verdad y error una sola verdad Realidad y deseo una sola substancia resuelta en un manantial de transparencias |
video Poeta El Greco |
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La mano del poeta (Cernuda) por Francisco Brines |
La mano del poeta (Cernuda) A Claudio y Clara (En viaje a Cambridge) Te contemplábamos de lejos, la lucha desigual, y tú de pie; la injusticia del hombre, las gigantes pasiones de tu espíritu, y tú de pie; la vejez que iba entrando en tu cansancio, y con perfidia te tiñó el cabello, y tú de pie; sosteniendo las piernas con las manos, pero de pie, con tu sola defensa: tu desdeñoso gesto, tu soberano orgullo Y era tu espíritu el más débil, pues tu apetencia de la vida era la más intensa; advirtieron tu voz, cuando nacía como el sonido que dejaba al aire desvanecido por su ligereza; en el oído de los hombres, tu voz sonaba ahora con sonido de sombra perdurable. Y aquí está tu valor, y aquí el fracaso, pues tú amabas la vida, de tal modo la amaste que no hubo queja en ti contra el misterio nunca. Y a pesar del dolor y la amargura del alentar humano defendiste la vida con amor, y con amor la muerte: aceptaste un destino rencoroso. |
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Noches del mes de junio a Luis Cernuda, por Jaime Gil de Biedma |
Alguna vez recuerdo ciertas noches de junio de aquel año, casi borrosas, de mi adolescencia (era en mil novecientos me parece cuarenta y nueve) porque en ese mes sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña lo mismo que el calor que empezaba, nada más que la especial sonoridad del aire y una disposición vagamente afectiva. Eran las noches incurables y la calentura. Las altas horas de estudiante solo y el libro intempestivo junto al balcón abierto de par en par (la calle recién regada desaparecía abajo, entre el follaje iluminado) sin un alma que llevar a la boca. Cuántas veces me acuerdo de vosotras, lejanas noches del mes de junio, cuántas veces me saltaron las lágrimas, las lágrimas por ser más que un hombre, cuánto quise morir o soñé con venderme al diablo. |
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una reflexión de Paz y poema en voz de Eduardo Lizalde Telarañas cuelgan de la razón |
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