"Abogado de carrera, nunca fue músico ni bailarín ni boxeador
ni pelotero ni abakuá ni tiratiros ni buen amante ni alardoso
ni loca de carroza ni experto en dominó ni borracho ni bromista
ni mira huecos ni sandunguero ni comecandela ni mujeriego.
Sólo poeta, oficio devaluado."
Eliseo Alberto. Revista Nexos
Secuencia de José Lezama Lima, tres recuerdos.
José Lezama Lima
Poemas
voz del Autor Casa de las Américas, Cuba
Palabra de esta America - 22 1978
José Lezama Lima - Poemas De Viva Voz - 17 - Editado por Visor Libros 2008
Ah, que tu escapes
Una oscura pradera me convida
Noche insular: Jardines invisibles
Décimas de Paradiso
Rapsodia para el mulo
El coche musical
Aquí estoy, en mi sillón, condenado a la quietud, ya peregrino inmóvil para siempre.
Mí único carruaje es la imaginación, pero no a secas: la mía tiene ojos de lince.
Son ya pocos los años que me quedan para sentir el terrible encontronazo del más allá.
Pero a todo sobreviví, y he de sobrevivir también a la muerte. Heidegger sostiene
que el hombre es un ser para la muerte; todo poeta, sin embargo, crea la resurrección,
entona ante la muerte un hurra victorioso. Y si alguno piensa que exagero, quedará preso
de los desastres, del demonio y de los círculos infernales Lezama Lima citado en
Material de lectura UNAM
SONETOS A LA VIRGEN
I
Deípara, paridora de Dios.
Suave la giba del engañado para ser
tuvo que aislar el trigo del ave,
el ave de la flor, no ser del querer.
El molino, Deípara, sea el que acabe
la malacrianza del ser que es el romper.
Retuércese la sombra, nadie alabe
la fealdad, giba o millón de su poder.
Oye: tú no quieres crear sin ser medida.
Inmóvil, dormida y despertada,
oíste espiga y sistro, el ángel que sonaba,
la nieve en el bosque extendida.
Eternidad en el costado sentiste
pues dormías la estrella que gritaba.
II
Mais tes mains (dit l’ange à Marie)
sont merveilleusement bénies.
Je suis le jour, je suis la rosée; mais toi,
tu est l’Arbre.
R. M. RILKE: Vie de Marie
Sin romper el sello de semejanza,
como en el hueco de la torre
nube se cruza con la bienaventuranza.
Oh fiel y sueño del cristal que pule
su rocío o el árbol de confianza,
reverso del Descreído pues si sube
su escala es caracol o malandanza,
pira gimiendo, palabra que huye.
Para caer de tu corona alzada
los ángeles permanecen o se esconden,
ya que tú oíste a la luz causada
por el cordero que la luz descorre
para ofrecer lo blanco a la nevada,
para extender la nieve que recorre.
III
Cautivo enredo ronda tu costado,
pluma nevada hiriendo la garganta.
Breve trono y su instante destronado
tiemblan al silbo si suave se levanta.
Más que sombra, que infante desvelado,
la armadura del cielo que nos canta
su aria sin sonido, su son deslavazado
maraña ilusa contra el viento anda.
Lento se cae el paredón del sueño;
dulce costumbre de este incierto paso;
grita y se destruyen sus escalas.
Ya el viento navega a nuevo vaso
y sombras buscan deseado dueño.
¿Y si al morir no nos acuden alas?
IV
Pero sí acudirás; allí te veo,
ola tras ola, manto dominado,
que viene a invitarme a lo que creo:
mi Paraíso y tu Verbo, el encarnado.
En ramas de cerezo buen recreo,
o en cestillos de mimbre gobernado;
en tan despierto tránsito lo feo
se irá tornando en rostro del Amado.
El alfiler se bañará en la rosa,
sueño será el aroma y su sentido,
hastío el aire que al jinete mueve.
El árbol bajará dicción hermosa,
la muerte dejará de ser sonido.
Tu sombra hará la eternidad más breve.